He sido absolutamente inconsciente casi toda mi vida (salvo algunos lapsus ecológicos), y jamás había pensado mucho en eso, pero en clase, nos pidieron escribir una carta a nuestros nietos, con naturaleza muerta, y una disculpa por no poder dárselas viva... Fue un momento algo triste imaginar el mundo distinto a como ahora es, pero después de todo, la carta ha sido terminada, con la firme intención de conservarla, y en realidad, entregársela a mis nietos, espero y la disculpa por acabarme el mundo salga sobrando...
Las fotografías son testigos del trabajo realizado, algunas de los lugares a los que fui para encontrar lo que puse en la carta, algunas de los materiales ya recolectados, y otras, del proceso, para terminar con varias de la carta una vez terminada...
Mis Niños:
¿Cómo están? Tal vez no estoy
más en el mundo cuando lean esto, de modo que no podré explicarles qué es y qué
contiene…
Es una carta, y en mis tiempos
la utilizamos para comunicarnos con las personas que están lejos, y todas las
cosas que hay en ella, tristemente son sólo cadáveres, naturaleza muerta, que
yo considero hermosa, pero que sin duda, cuando está viva es sencillamente
inigualable. Es 2013, y casi primavera, y como cada año, las cosas que ven aquí
le darán al mundo mil colores, y como cada año, ¡el mundo será hermoso!
Para darles, escogí lo que a mí
más me gusta…
La gran hoja de la esquina, me
la dio mi padre, quería que estuviera aquí, y aquí está (deben siempre obedecer
a sus padres), es de Aguacate, un árbol de aproximadamente seis metros (los
gatos aman trepar ése árbol), con frutos deliciosos, verdaderamente deliciosos.
Las ramitas con flores
diminutas crecen en el campo, a la orilla del camino… Las flores fucsias son de
Bugambilia, un árbol que se sujeta de todo lo que puede para seguir creciendo y
sus flores pueden ser de muchísimos colores…
Las flores que están armadas,
en la otra esquina, las hice con semillas de calabaza y girasol (tostadas y con
sal, son muy ricas).
Las cosas cafés de abajo son
trozos de corteza de un árbol enorme que encontré cerca de un río… Imaginen la
escena: Grandes árboles de hojas verdes, rodeados de flores de muchos colores y
distintos tamaños cerca de un bello río con el agua reflejando al sol, y si
tienen suerte, y no se esconden, un par de peces, ¡es maravilloso! El resto de
cosas en su carta son flores, que al secarse se convirtieron en semillas y
pacientemente esperan a que el viento las lleve a otra parte y vuelvan a ser
flores.
Hijos, si cuando ustedes
tengan mi edad (diecisiete años) ya no hay nada, o hay muy poco de lo que les
cuento en esta carta, perdonen a su abuela, que es de la generación que ayudó a
acabar con todo, y sepan que desde que pensé en que un día ustedes nacerían,
dejé de matar al mundo…
Los ama, su abuela.
Susana Alejandra López
Terrones
PD: Todo esto es de mi tierra,
Canatlán, para que de algún modo, puedan si están lejos, saber de donde
provienen, mi madre siempre dice que es importante conocer nuestras raíces.
Canatlán, Durango, México
Marzo del 2013