lunes, 25 de febrero de 2013 | By: B.

Rojo.


Durante la clase de hace varios días, se nos pidió escribir en nuestro diario sobre un acercamiento a la lectura que hayamos tenido en algún momento de nuestra vida, aquí el mió.


14 de Febrero de 2013, mañana de trabajo, clase de Prácticas Sociales del Lenguaje, mucho amor en el aire.


Hola amigo al que me niego a decirle "diario",  vuelvo una vez más a tus renglones a escribir lo que más me sale hacer...

Hoy a sido un día demasiado rojo (y eso que son las 10:14 am), y es que si te fijas en la fecha notarás que escribo en el día más rojo y amoroso del año, un día que a algunos les parece la mejor época para demostrar sus sentimientos, que para otros es puro consumismo y hasta una técnica de las empresas, las papelerías, mercerías y cualquier comercio que se encuentre en el centro de la ciudad (y no tan centro) para ganar más dinero a costa de los sentimientos de las personas, y por su puesto no podemos olvidarnos de todas las otras personas que piensan que es un día más del año que curiosamente cayo en jueves.

Francamente no creo que me encuentre en ninguna de las personas antes descritas, es decir: sí es un día; sí curiosamente cayo en jueves, sí se fomenta el consumismo (cada persona lo lleva a su nivel obviamente), pero sobre todas esas percepciones, juicios y opiniones, un pensamiento siempre sobre este día a predominado en mi: creo que si algo merece tener un día en el año (aunque todo este rojo, incluso el moño en mi cabello), eso es el Amor.  

En fin, no divagaré tanto, sigo en la escuela al lado de dos poetas: Rosario Tamayo y Dianira Saucedo, y se nos ha pedido escribir sobre un encuentro con la lectura (bueno o malo).

La verdad es que por más que pienso y pienso, creo que no hay mejor encuentro con la lectura que uno que ocurrió el año pasado, trataré querido amigo de explicártelo lo mejor posible.

Resulta que el año pasado a eso de abril y mayo mi madre ingresó a un diplomado titulado algo así como "lectura y escritura, procesos...", te mentiría si escribiera el nombre, la verdad no lo recuerdo muy bien. Como sea, mi mamá regresaba de esas horas de trabajo con ideas bastante interesantes que reflejaban gran entusiasmo y gusto por dicho curso, pero a mi la verdad más allá de las charlas provechosas que sacaba de esas clases con mi mamá y del interés que generó en mi, y de los hermosos debates que hubo en mi casa, me encantaban los textos que le encargaban  leer como tarea para las siguientes sesiones de trabajo, que eran  viernes y sábado.

En los meses que duró el diplomado conocí a dos de los grandes: Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. Leí el Poema de los Dones, Macario, Talpa, entre otros, y un buen libro llamado Pensativa de Jesús Goyturtua.

Pero leer poemas y cuentos de los primeros dos autores que menciono, (o quizás de cualquiera ahora que lo pienso) no queda ahí, para poder entender bien a un autor, según palabras que llegaron a mis oídos gracias a la persona encargada de dar el diplomado, es necesario conocer la vida del escritor, conocer desde la época en que vivió, hasta un poco de su familia y ¿por qué no? uno que otro amor de su vida, todo esto para poder tratar de entender lo que escribió lo mejor posible. Esta idea se me quedó grabada, casi tatuada al cerebro y es que a mi parecer es muy cierta.

En fin, el diplomado pudo a ver sido para mi un curso más al que asistía mi madre, pero logró no solo entretenerme un buen rato y pasármela investigando un montón, sino que hizo que apreciara la buena literatura y que considerará a Rulfo y a Borges un ejemplo a seguir; que más que nada me diera cuenta de muchas de las cosas desconocidas de la lectura, de que me sorprendiera cada vez que mi mamá regresara por la noche y de que cada vez que escribiera un poema a partir de ese día recordará a aquella mujer que daba el curso y que nunca logré conocer, que decía que había que investigar al escritor antes de leer.

25 de febrero de 2013  11:16 pm, mi casa, en mi cuarto, con la televisión haciendo escándalo.

Curiosamente y aunque no lo entienda, después de escribirte por última vez mi buen amigo, nada me da más gusto que decirte que encontré justo ayer, algo que quería mi madre desde el año pasado y que curiosamente se relaciona con el último día que te escribí. Me tope en una situación que nunca pensaría en una plaza de mi ciudad, siendo (no te miento) el primer libro que miré: "El Llano en Llamas" de Juan Rulfo.


 Una definitivamente buena compra, en un domingo que curiosamente parecía lunes.


Brenda Denisse Ruelas Zapata

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